Redescubriendo a Poe

[…] Señor, o señora,

les pido en verdad perdón;

pero lo cierto es que me adormecí y

habéis llamado tan suavemente

y  tan débilmente habéis llamado

a la puerta de mi habitación

que no estaba seguro de haberos oído

E.A.Poe / El cuervo

A muchos les resultará familiar este fragmento del poema El cuervo (The raven), uno de los más conocidos -si no el que más- de Edgar Allan Poe.

Quien más y quien menos ha leído alguno de los poemas o alguno de sus cuentos. Mi primer encuentro con Poe fue a través de una de esas ediciones en el idioma original simplificado que Penguin Classics destina a los pequeños estudiantes de inglés, Los crímenes de la calle Morgue y El gato negro, en concreto. Andaría yo por los 13 ó 14 años. Y recuerdo que me conquistó. Con una absoluta ausencia de valoración crítica por mi parte, dio por completo en el clavo de la gótica junior que llevaba dentro. Ese mismo año devoré sus Narraciones Extraordinarias casi al completo (en su versión literaria y en las múltiples adaptaciones cinemátográficas con calidades para todos los gustos), sus poemas y su única novela, La historia de Arthur Gordon Pym.

Saciada por un tiempo, mi segundo encuentro fue al regreso de mi estancia en Australia, cuanto me puse manos a la obra con la lectura de Narraciones Extraordinarias en su inglés original de principios del XIX. Comprensible pero dificílmente disfrutable para un no-bilingüe. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que tras Poe no había sólo un autor atrapagóticos, sino un escritor prolijo de riquísimo estilo.

Debo agradecer a mi afición por Los Simpson el haberme reencontrado con Poe. El capítulo «especial Halloween 2008» que la serie dedicó a El cuervo me dejó con la boca abierta. Ni siquiera me di cuenta de que estaba viendo a Hommer Simpson en el papel protagonista, atrapada como estaba por la tensión y las imágenes proyectadas por la voz en off del poeta.

Las narraciones de Poe son sin duda alguna macabras, rozando lo gore en algunos casos. Por sus páginas discurren cadáveres mutilados, cadáveres aparecidos, descompuestos; exhumaciones, inhumaciones, enterrados vivos, fantasmas, mujeres de camisón blanco, castillos siniestros, retratos malditos, tortura y canibalismo. Considerado erróneamente como el precursor de la literatura gótica (encontramos que Poe bebe de una tradición previa representada entre otros por H. Walpole), sus obras deben ser también valoradas por su sorprendente estilo febril, el ritmo en espiral que te traga, te absorve; el culto vocabulario, amplísimo, que utiliza para transmitirnos la angustia, el terror, el desconcierto, el presentimiento de lo terrible. No es de extrañar los múltiples estudios y su influencia en la literatura posterior, principalmente la francesa y latinoamericana. Ante las páginas de Morella, El corazón delator o La caída de la casa Usher te quedas literalmente encogido, con el corazón en un puño y el estómago anudado, mientras piensas «qué maestro».

Poe, sin duda uno de los grandes. Recomendadísimo.

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