Obras maestras: El otoño del patriarca

Me resulta casi imposible incluir sólo 10 títulos en un supuesto Top10 de los libros que más me han gustado, pero si tuviese que hacerlo, El Otoño del Patriarca estaría sin duda en uno de los primeros puestos.

Mucho me sorprendería que en algún otro post no se me hubiese empezado a ver el plumero de mi admiración por García Márquez, lo cual lamento si con eso no consiguiese ser del todo objetiva. Con 16 años descubrí Cien Años de Soledad y, desde entonces, creo que he leído todas, o casi todas sus obras. Resulta extraño entonces que no fuera hasta el año pasado -15 años después- que leí por primera vez El Otoño del Patriarca, un «misterio» compartido, creo, siendo un título que a muchos les suena pero que pocos han leído; incluso aquéllos que, como yo,  se declaran incondicionales.

En 1968, a García Márquez le encargaron escribir una obra sobre la historia de las dictaduras en Latinoamérica, y tardó 8 años en hacerlo. Cuando terminó había escrito una novela -con un estilo sofisticadísimo, sin precedentes en la literatura- sobre un dictador universal «de una edad indefinida entre los 107 y los 232 años«, al que odiamos y compadecemos a la vez, casi por igual unidos uno y otro sentimiento, redimido nuestro desprecio por la absoluta humanidad con la que García Márquez nos lo presenta. En enormes párrafos separados apenas por un punto y seguido cada tanto y con un dominio magistral del ritmo, conocemos al déspota, al monstruo, al torturador sin escrúpulos. A un hijo amoroso, padre, esposo, amante y terrible anciano solitario. Y con él a todas las aves de rapiña que recojen los pedazos que deja el general, cuando los deja.

Una obra de artesanía fina, obra complicadísima, densa, de ardua lectura. Un bellísimo poema que no te deja respirar. Una valentía absoluta la de García Márquez y, para mí, todo un descubrimiento.

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