Dormir al sol, aventura doméstica de Bioy Casares

Sé que algunos dijeron que no tuve suerte en el matrimonio. Más vale que la gente de afuera no opine sobre asuntos reservados, porque en general se equivoca. Pero explíqueles al barrio y a la familia que son de afuera.

Adolfo Bioy Casares/Dormir al sol

Cuando me preguntan por mi autor favorito, a menudo no sé qué decir. La costumbre arroja nombres como García Márquez, con varias obras maestras y otras tantas desafortunadas. Pero luego me acuerdo de Borjes, Sartre, Muñoz Molina, Kafka, Henry Miller, Saramago, Poe, Apollinaire, Rulfo, Satrapi. Y, camino de casa, recuerdo a otros tantos y me quiero golpear mi cabecita amnésica por no haberlos tenido en cuenta, desagradecida de mí. Me voy dando cuenta de que la pregunta debiera ser cuál es tu autor favorito AHORA, porque con mucha frecuencia los autores, como los amores, forman parte de un momento de nuestras vidas.

Hoy mi autor es Bioy Casares. Nuestra historia comenzó hace unos meses, con la lectura de varios de sus relatos. Pasamos a mayores con La trama celeste y su obra más conocida, La invención de Morel. Hemos confirmado el noviazgo tras la lectura de Dormir al sol.

Dormir al sol es una novela tranquila, familiar, sin bombo ni platillos, cuya sinopsis en general no augura grandes misterios. Y sin embargo engancha. Me cautiva de este libro el escenario doméstico creado en torno al personaje de Lucho Bordenave, un ex-empleado de banco y actual relojero de barrio casado con Diana, mujer neurótica, imposible de complacer, a la que Lucho adora y que lo trae por el camino de la amargura. Se suman a la escena Ceferina, empleada del hogar, la familia política de Lucho y varios vecinos del barrio. Un elenco que en principio parece carecer de cualquier interés. El cómo logra Bioy Casares engancharnos a los temores -también domésticos- de Lucho y embarcarnos en una historia que poco a poco empieza a convertir este cuadro costumbrista en una aventura de ciencia-ficción, sin salirse del marco del hogar, es casi un misterio. Las observaciones de Lucho son tan reales, sus dudas y divagaciones cotidianas tan familiares, que es casi imposible no sonreirse ante el reconocimiento personal de algunas de sus reflexiones. No hay alardes, ni excesos, ni personajes de personalidad notable. Sólo una pasmosa cotidianidad que te atrapa de forma extraña.

De nuevo los protagonistas de Bioy Casares son las personas y sus emociones cotidianas. Consigue entretejer la más común de las historias con elementos surrealistas, sorprendentes, que sin embargo no se le escapan nunca de las manos y mantiene a raya bajo una falsa apariencia de normalidad sorprendentemente bien construída.

Leer Dormir al sol es como sentarse en un banco del parque a observar la vida; como esas composiciones familiares de Goya que no cuentan nada sorprendente y que, sin embargo, tienen en la tranquilidad de sus personajes un trasfondo de extrañeza marciana, un cuadro psicológico digno de estudio. Y es sobre todo, como buena parte de las obras de este autor, un homenaje al amor.

Extra-recomendado.

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* Dormir al sol, la película

* Imagen de cabecera: Young woman with barking dog, de Gugger Petter

5 comentarios

  1. Esta semana, en una feria de libros que todos los veranos se instala en Viña del Mar, compré Dormir al sol por dos razones: 1) me pareció escucharlo nombrar (al autor, no al libro) en un taller literario, y 2) porque su precio era muy pero muy barato (en Chile los libros -no me refiero a los usados o pirateados- suelen ser caros)… Y qué sorpresa me llevé. Leer a Bioy Casares fue delicioso y me dejó con la inquietud de leer más y más de él. Tan simple sin ser básico; con un humor tan doméstico, cercano y divino a la vez. Pretendo conseguir El invento de Morel y leerlo, no sé cuánto demore en ello, pero al menos he sumado un escritor argentino a mi lista de favoritos…
    Saludos!

    • Hola Enrique,
      cómo me alegra que hayas descubierto a Bioy Casares. Por cierto, uno de sus cuentos se desarrolla en Chile. Se llama «Claves para un amor». Puedes encontrarlo en internet, en librerías abiertas como ciudadseva.
      Gracias por el comentario.
      Saludos

  2. Hola!
    Gracias por el dato. Buscaré el texto pero en librerías, pues soy un romántico que disfruta de la lectura a la antigua usanza, ojalá con una leve brisa merodeando por ahí que me dé la sensación de estar en un viaje que me conducirá hacia el infinito…, y ese infinito no es otro que la reflexión que me regala el autor después de su punto final.
    Un abrazo
    🙂

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